Tetsuya Ishida (1973-2005). "Repostando comida", 1996. Acrílico sobre tabla. Shizouza Prefectural Museum of Art. |
“-Está lloviendo.
-Lo sé.”
(Conversación a las siete de la mañana entre un padre
que se va a trabajar y ha salido al balcón y una hija que se acaba de despertar
con el móvil como corazón de su sabiduría)
“Solo lo efímero permanece y dura”
Quevedo
“Este
prólogo llega tarde, aunque no demasiado tarde; ¿qué más da, a fin de cuentas,
cinco años que seis? Un libro y un problema como estos no tienen prisa; además,
tanto mi libro como yo somos amigos de la lentitud. No en vano he sido
filólogo, y tal vez lo siga siendo. La palabra «filólogo» designa a quien
domina tanto el arte de leer con lentitud que acaba escribiendo también con
lentitud. No escribir más que lo que pueda desesperar a quienes se apresuran,
es algo a lo que no solo me he acostumbrado, sino que me gusta, por un placer
quizá no exento de malicia. La filología es un arte respetable, que exige a
quienes la admiran que se mantengan al margen, que se tomen tiempo, que se
vuelvan silenciosos y pausados; un arte de orfebrería, una pericia propia de un
orfebre de la palabra, un arte que exige un trabajo sutil y delicado, en el que
no se consigue nada si no se actúa con lentitud”.
NIETZSCHE, Friedrich. “Prólogo” de Aurora. Madrid: M.E. Editores, 1994,
págs. 32-33.
“Vísteme despacio, que tengo prisa”
Saber popular apotégmico
“Todo en el Estado. Nada fuera del Estado.
Nada contra el Estado”.
Benito Mussolini
“El novelista enseña al lector a aprehender
el mundo como pregunta”
Milan Kundera
“In otio de negotiis cogitare”
Cicerón
Logomaquia.
Simbiocibergénesis pasiva. Retórica de plasma huera. Apocalipsis del espóiler.
Y Juego de tronos conquista como
metonimia la entropía orquestada de las prioridades impuesta por el mercado. Un
anuncio de helados es su fleco más triste: la onomatopeya silenciando la
revelación. El argumento como secuencia de epifanías: como si lo inefable fuese
una cápsula medular de la trama y al reventarla transustanciara la intriga en
veneno. Ocio que se hace noticia: noticia que anuncia que no se lea la noticia
para no destripar la sorpresa que compran quienes disfrutan la serie. Escribir
para que no te lean como hipálage. El eslogan como filosofía de la impaciencia.
Entretenimiento
y conocimiento se cruzan hasta la perversión. La industria del porno,
magmática, es su hipérbole. Educación sexual. Goce sexual. Microfacnius cotidianas:
no hay que confundir la diversión con cultura. Y los niños se educan
sexualmente ante la ficción interpretada por Nacho Vidal o Mia Khalifa
(retirados ya de ese omnipresente falso). Dispersión concentrada en la retroluz
que vacía la mirada miope de veres más allá del horizonte de las manos como
soportes de la prótesis redentora del pecado original de vivir al sol del
conocimiento al aire.
Como un
mercadillo. Todos gritan y nada se entiende. Pero has ido a comprar. Te acercas
para distinguir la voz de la algarabía. Acabas saliendo del griterío y la
greguería sin arte. Había mucho más de lo que necesitabas: sales, incólume,
todo tú, sin complementos. Rico en pobreza, liberado de las zonas de confort de
un espejismo disfrazado de marxismo neoliberal (sin funcionarios, azogado con
becarios y subcontratas).
Frente al
cortoplacismo impaciente, la virtud profana de la espera que engendra duración.
Que el ocio hecho negocio y producto, caballo de Troya de la educación, vende
una felicidad impostada y efímera con el “spoiler”
como argumento de excomunión de la comunidad sinérgica del consumo. Frente al
exhibicionismo, el inhibicionismo entendido como entrojamiento de semillas.
Perdidos
en la traslación, en la ubicuidad imposible de tiempos y lugares. La impresión
superficial ha desterrado a la huella. Para saber en qué pienso habría que
compartir la experiencia de haber vivido Lost
in Traslation de Sofia Coppola
(2003). Porque traducir engendra su merma y su desraíz. Y la tensión sexual
siembra en la posibilidad sin concretar que el porno mitifica sin grandeza y
animaliza sin erotismo.
En la
etimología habita la esencia, la correspondencia baudeleriana, el eco fértil de
la duración, la precisión imprecisa de la herencia, su adeenene vital
alfabetizador que resiste a la usura de tiempos, modas y urgencias. Las
subcontratas que atomizan la atención y multiplican el gasto apelando a un
falso cooperativismo horizontal, buscan sucursales y becarios emprendedores que
aspiren a ser centro sin saber que serán siempre alrededor. Deslocalizados, nos
invitan a vivir en el parque temático de un universo global en inglés.
Glocalizado, sí, pero siempre ajeno, impostado por importado y sin importancia
real.
Heurística
holística mainfulnésica (y algorítmica) gestionadora de talento instantáneo
eficiente y eficaz para ser centros de autarquías colaborativas.
Monstruos
sin suturas. Ansiosos de desasosiego inoculado. Intolerantes a la banda sonora
de la vida (pájaros, viento, crecer de césped, libar de abejas, besar de amores),
esperan el implante de artilugios para suplantar con música “Premium” de cara
gratuidad (como la generosidad del hombre de los caramelos) la insaciable
necesidad impostada de obviar la música celestial del universo. “Sin música no
puedo vivir”: de música puedes morir. Los bots,
aféresis del usupador “robot”, son los nuevos galeotes de la repetición que,
sin cansarse, rastrean, localizan y clientelizan las pasiones inducidas. La
saturación es rentable si se sabe vender: dopamina que anestesia la obsesión
del atracón: arrellanados en el sofá, las pupilas-palomitas recorren el maratón
estático y estético del “binge-watching” (requeterretuiteado, instagramatizado,
selfinmortalizado en el olvido de la cornucopia del desprecio) mientras los “raiders” de una sociedad de pantalla
ecologista satisfacen la insatisfacción de os “binge racers”. Todo muy sostenible, vegano y animalista. Y altruista
de ciudadano del mundo. Y feminista de guayoteo y jangueadores
follamigos/as/@s/#s.
¡Nunca
estropear la sorpresa! Picaresca de encarnados de secano virtuales. “¡La
plataforma que me la vende me extorsiona: soy espabilado y sé cómo ver toda la
temporada gratis!” (Sus faralaes del “merchandising”
son coyuntura sin precio, claro. Y la esclavitud de los “spin-of” un precio razonable
a toro pasado. Como antídoto, series virales en bucle -Friends, La que se avecina,
Big Bang Theory…-). “¡Es muy
buena!–dice-. No me canso de ver siempre capítulos repetidos… ¿Leer? La letra
nace muerta: la series son el presente y el futuro de la ficción”.
“Pop up stores”. Oportunidad y exclusividad. “Customización” de la mediocridad.
Narcisimo de galeotes felices coregrafiados desde “Spotify Premium” (¡qué baratamente caro su precio!). Efímero.
Obsolescencia. Pedagogía vital que da por masa madre la fórmula congelada de
los días sin más pan que el de las gasolineras. Learnlife: inteligencia emocional para comulgar con la duración de
la disrupción, en un mosaico de teselas como puertas en la película The Cube
o como un cubo de Rubik de
infinitas posibilidades. Siempre atentos al cambio, a la movilidad
tridimensional de la nueva oportunidad.
Seducción del caos (“by” Basilio Martín Patino,
1990, Siglo XX, para los neófitos petimetres). Seducción sin carne, binaria,
autómata, ahora (aunque con impulsos en la retromemoria prepantallal).
Dios murió
(en perfecto imperfecto) en el siglo XX. Nació de él una deidad sin lastre
(imperfecta, de lascivia eficiente), toda nube sin clavos. Pero pervivió la
usura y el sacrificio judeocristiano. En el XXI, el sionismo capitalista es la
patria del mundo y poco queda ya de la vocación martirológica, que ha dejado de
ser comercial y, por tanto, lucrativa. Expulsados del paraíso edénico de la
infancia, la nostalgia de lo perdido no cotiza en bolsa: hay que vender paraíso
fuera del paraíso perdido con el juego como sinécdoque del no-lugar glocal.
Fuera de la zona de confort y muy cerca de las tiritas para los traumas. Para
el dolor, guayeteo y síncopa a lo Rosalía (esa disruptiva talentosa en chándal
y uñas de diosa oriental en nómina de una discográfica –sea esta lo que sea en
este tiempo sin duración-).
Los nuevos
“stalkers” nos convencen de forma envolvente
de que La zona, la habitación de la satisfacción fáustica eterna, está en
nosotros, en nuestra posibilidad y nuestro talento, que en nosotros habita el
infinito eterno del yo unitivo total.
Negar el “otium” es el negocio. El júbilo de la
ociosidad libre debe exiliarse. Se niega la diletancia sin más producto que el
beneficio sinestésico de la persona: está prohibida la negación de la producción:
el individuo reo de la felicidad vallesilicianocaliforniana
está obligado a exhibirse, ecuménico y mediático, entre cojines, pantallas y alegrías de
progreso integrador e inclusivo (¡que no se pueda decir!). Trabajar ya no es de
esclavos: es liberación de amo explotador transgénico, “soft”, asertivo, “amigo”, dotador de posibilidades de progreso
sistémicas. El látigo ha metamorfoseado en empoderamiento frustrante autolesivo (sin sangre). El descanso es el
mayor negocio. Cansarse es de pringados sin
ocio posible, de frustrados, de “outsiders”
friquis sin “glamour” comercial. ¡Qué
lejano el “otium” horaciano y
frayluisiano! ¡Qué cerca el azar inseguro y sin destino de las casas de
apuestas de cada esquina! Los nuevos “masters”
(antiguos “magísteres”) han de ser
ilustrados en economía social y ciegos en cultura sin lucro, por el bien del nuevo progreso iluminado
(por “leds” de bajo coste). La
gestión de progresos para nutrir el progreso es solo visual ya, ignorante de la
fuerza analógica (= humana sin prótesis).
El sentido
(humano) común queda arrumbado y sin tonicidad muscular por el monopolio de las
prótesis que suponen el pensamiento secuencial y computacional que la prisa
exige. Es la primera fase de la ciborguización. Abarcar más de lo que se puede
apretar, que las tareas pendientes excedan a la memoria para ejecutarlas y la
Siri clonada y sistémica pasa a ser el
secretario personal portátil, el asistente de memoria externa.
Dejemos
que las palabras, símbolos de progreso desterrados por la eficiencia
algorítmica, dialoguen para construir el sentido que somos capaces de negarles
en la espuma voraz de superficie brillante, en su intercambio de correspondencias sin usura.
Palabrosofía de la palabrología frente a la aporía, ese paso cegado en colores
tridimensionales del progreso sordo y analfabeto.
Por fin la
escuela ha vuelto a su origen de ocio y diversión. Pero ha errado en el cálculo
por exceso de aritmética y déficit de letra. No hay contemplación: hay prurito
de evasión, de huida, de flores de plástico de un árbol de la vida injertado, a contranatura arrebatada,
en el árbol de una ciencia de asepsias calculadas por los bancos y las
franquicias.
ociar
Del lat. otiāri 'estar
ocioso'.
1. tr. desus. Apartar a alguien del
trabajo en que está empleado, haciéndole que se entretenga en otra cosa que lo
deleite.
2. intr. Dejar el trabajo, darse al
ocio. U. t. c. prnl.
ocio
Del lat. otium.
1. m. Cesación del trabajo, inacción
o total omisión de la actividad.
2. m. Tiempo libre de una persona.
3. m. Diversión u ocupación
reposada, especialmente en obras de ingenio, porque estas se toman regularmente
por descanso de otras tareas.
4. m. pl. Obras de ingenio que
alguien forma en los ratos que le dejan libres sus principales ocupaciones.
negocio
Del lat. negotium.
1. m. Ocupación, quehacer o trabajo.
2. m. Dependencia, pretensión,
tratado o agencia.
3. m. Aquello que es objeto o
materia de una ocupación lucrativa o de interés.
4. m. Acción y efecto de negociar.
5. m. Utilidad o interés que se
logra en lo que se trata, comercia o pretende.
6. m. Local en que se negocia o
comercia.
escuela.
Del lat. schola, y este del
gr. σχολή scholḗ; propiamente 'ocio', 'tiempo libre'.
1. f. Establecimiento público donde
se da a los niños la instrucción primaria.
2. f. Establecimiento o institución
donde se dan o se reciben ciertos tipos de instrucción.
3. f. Enseñanza que se da o que se
adquiere.
4. f. Conjunto de profesores y
alumnos de una misma enseñanza.
5. f. Método, estilo o gusto
peculiar de cada maestro para enseñar.
6. f. Doctrina, principios y sistema
de un autor o conjunto de autores.
7. f. Conjunto de discípulos y
seguidores de una persona o de su doctrina, su arte, etc.
8. f. En literatura y en arte,
conjunto de rasgos comunes y distintivos que caracterizan las obras de un
grupo, de una época o de una región. Escuela manierista. Escuela holandesa.
9. f. Lugar real o ideal que puede
modelar y enriquecer la experiencia. La escuela de la desgracia. La escuela del
mundo.
10. f. pl. Sitio donde estaban los
estudios generales.
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La “paciencia
textual” de los clásicos de la que nos hablo Frank Kermode es ahora impaciencia
visual, prurito de movilidad compulsiva que combina el desplazamiento real
(viajar es ya una necesidad básica) y el virtual. Un romanticismo de “chatbot”. Un neobarroco en el que las
correspondencias se traman fuera de la cáscara en la que hemos dejado que nos
conviertan, y son negocio de subcontratas que con una mano, a lo “holi” impostado y pagano, tiñen de
alegría la fiesta de vivir, y con la otra extorsionan con peajes vitales y
dependencias disfrazadas de autonomías personales.
El “otium” clásico apartaba
a las personas del “negotium”, las separaba de sus asuntos diarios de obligado
cumplimiento para poder dedicarse a otras cuestiones fundamentales para su
formación humana. El “otium negotiosum”
de Ennio (en un contexto bélico) y el “cum
dignitate otium” de Cicerón (en un contexto de salud pública civil) nos
acercan con palabras lo que la realidad actual nos aleja. Las villas para el
“otium” reservado a los patricios más ricos, son hoy “Marina d’Or, ciudad de
vacaciones” o cruceros o puntascana con pulserita de todo incluido o
“guayeteos” excitadores, accesibles a todo plebeyo que se pueda hipotecar.
El negocio no niega
ya el ocio: lo hace suyo para que obligación y diversión convivan, sinérgicas,
en la fiesta de espalda a la vida más vital que la humanidad ha gozado nunca. A
velocidad de “carpediempetaflops” tan
de mañana que carece de ahora. Vivir como turistas y clientes, a ritmo de
lucro, es incompatible con la oportunidad serena que ofrece la cultura. “Otium” vs. “nec” [no]-“otium”.
Oposición clara hecha producto de consumo en una sociedad de comunismo
capitalista. Y la escuela, tan lejos de la “schola”
y la “skholé” que, pública, privada,
concertada o asistemática, venden un mundo prefabricado como si fuese una
responsabilidad de los alumnos crear, en libertad, el futuro. Ese mañana que
está ya engendrando la tercera guerra mundial: sin más batalla que la de
conquistar monopolio tecnológico-económico para subyugar la felicidad a sus
intereses de nacionalismo universal. Frente a la contemplación, la diversión de
la evasión.
El “banner” invasor de Spotify, metonimia de la trampa global de las necesidades básicas
sobrevenidas, me recuerda como una sirena visible que seré muy tonto si no pago
por hacer del ocio musical una anestesia prémium para soportar tanta alegría de
vivir.
La vida como turista
desfonda el mundo y lo hace superficie, cromo, imagen sin raíz. Negocio sin
ocio. Analfabetismo con las galas del emperador de la cultura digital.
¿Educación antinatural, estandarizadora y despersonalizadora? ¿Fascismo de la
libertad de buscadores de felicidad? ¿Autoexplotación de “selfie” para optar a llegar a ser en la sociedad global
fagocitadora?
Kafka “updated”, “realoaded”, “rereaded”.
Paidocentrismo usurero: en el falso paraíso de la infancia está el mayor negocio. |
Las citas presagiaban un más allá de los titulares de este denso e interesante artículo. Esclavos de nuestras palabras pero liberados por un ocio que es el negocio de otros que nos esclaviza. Contradicciones que son nuestra única salida a realizar un ocio fuera de los parámetros estandarizados... En fin, todo sin solución...
ResponderEliminarEstimat Galderich, la solució ha de ser-hi. La resistència al canvi no és només un posat immobilista: és una garantia de que els canvis tenen més consens que els dels interessos dels mercats. Vendre facilitat i rapidesa li parla al animal protètic que ara som. Fer pensament crític a contramàrqueting té poca acceptació perquè li parla a la resposabilitat humana ecuménica. Com en d'latres ocasions, l'article està escrit en diferens moments, tal com raja, sense revisions. Així la contradicció que, en pensament, garanteix el progrés, pot dir també alguna cosa al respecte. Gràcies per la teva lectura.
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