lunes, 17 de junio de 2019

Respuesta en décima a sor Juana Inés de la Cruz, tres siglos después


 
Tacto atrapado en los ojos que aman sin ser amados



         En el diálogo entre tiempos, literatura y vida late el flujo del amor. Carne de cuerpo y de alma que ama, también, porque se siente amada. Que amar sin ser amado es idolatría solipsista de espejismo sin sujeto. Devoción imaginera huera. Iconofilia de monólogo. Flor sin semilla en tierra yerma. Humo sin fuego. Agua sin aire y sin hambre de sed. Estación deshabitada de viajes. Antimateria sin espíritu y refractora opaca y sorda de esterilidad.
         Amor con objeto, con sujeto paciente sin transitividad recíproca. Estrangulamiento de la posibilidad por imparidad.



                                               Quien ama porque es querida,
                                               sin otro impulso más noble,
                                               desprecia al amante y ama
                                               sus propias adoraciones”



Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)

                                              


                  
Amar sin sentirse amado,
siendo un impulso tan noble,
silencia con eco doble
el hueco alimentado.
En el cuerpo deseado
habita el deseo amante,
masa madre deseante
heñida para ser pan,
comunión de eva y adán
de un darse umbilicante.






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