domingo, 1 de septiembre de 2019

belleza y Belleza


(Imagina la imagen)



         Así, con mayúsculas a contraortografía significativa, nace este poema mientras iba a comprar el pan. Seducción de la novedad que nos hace yonquis de lo nuevo, de lo desconocido. En esa vorágine de innovoconsumos se nos va la vida: en cada esquina hay una belleza nueva dispuesta a insatisfacer nuestra ansia de novedad. Lo que permanece es lo entrojado. Su precio se pagó y es ya todo disfrute y goce. Pero la juventud cotiza en bolsa y erotiza los presentes del fluir temporal como Mefistófeles o el gato de Dorian Gray. Canto de sirenas de la belleza que se venden sin lucro propio (sí de quienes, titiriteros del sistema, ecualizan los gustos del Mercado).
         Dos cuartetas endecasílabas de romance con el pan en la mano, para celebrar la efímera belleza pornográfica de lo desconocido que nos recuerda que la Belleza tiene tiempos de otro tiempo.

                                              
                                                                 
Puede habitar, sensual, la belleza
                                    tras el enigma de unas gafas negras.
Pero vive en la duración limpia
del volver a beber sobre la esencia.

         El amor no es una fotografía:
lo funda el roce de redescubrir
la Belleza que permanece viva
en el largometraje de vivir.


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