domingo, 7 de mayo de 2017

Carpe postera



 
Sirenas del allí y mañana, en su versión 4.0




         En tiempos aceleradamente revueltos, vuelvo a la Oda XI de Horacio. 

El sumidero del progreso desarraigante tiene todavía algunos grumos que anclan presentes al filtro del desagüe y retienen algo su fluir raudo.

         El tiempo venidero, el mañana, ese complemento circunstancial fagocitador está secuestrando el presente y, en su corriente, obliga a algunos (“reaccionarios”, “conservadores” dirán los paladines de la innovacionitis) a atrincherarse en la restauración de la duración consciente para no dejarse arrastrar.

         “Pescar el día” ha muerto; retener, gozándolo, el instante, obsolesció: quizás iluminado por la inconsistencia física imposible del momento mismo. Y el mañana (ese “cras”, adverbio o sustantivo neutro), en su inaprehensión, en su posibilidad virtual, está más cerca del deseo que la realidad presente. Y el perro ladra. Y hay que tener cuidado con él por si nos muerde. Que el instante, caliente y violento, rompe a dentellear sobre los sueños y da miedo, incluso encadenado a su “hic et nunc”.

         El "quam minimum credula postero" horaciano se hace en este ahora y este aquí efímeros y fugaces  quam minimum credula hoc die”. No podemos fiarnos de este hoy de ahora porque nos precipitamos al abismo de aquel mañana que hacemos este mañana para consolarnos del vacío presente minado por el desprecio del ayer.

         Pesca el mañana, retén el tiempo venidero en este presente de perros. Adelántate, hazles el amor a las sirenas. Virtualiza lo que todavía no puede ser, impaciente del placer que espera, futuro perfecto, en su presente imperfecto y tan de perros como este del que huyes. Porque esos perros, no te engañes, no son tuyos ni domésticos: son cancerberos de la estigia del instante.

Hodie incertus semper est”: “Hodie anceps semper est”:  “Hodie dubius semper est”.  Este hoy “incertus”  (impreciso, indeterminado, desconocido, poco claro), este hoy “anceps” (dudoso, ambiguo, azaroso, de doble naturaleza), este hoy “dubius” (indeciso, equívoco, peligroso si está amenazado en el combate de vivir) nos arroja al deseo de lo que no tenemos. Como siempre ha sido, pero despreciando la raíz y alimentándose de la carne de la vaca que comprará con el dinero que la lechera conseguirá cuando llegue al mercado a vender la leche que ya ha derramado sobre el camino.





                                                                 
A Ángela Moriana Vico y Esther Calopa Mars, mis lazarillos clásicos.





Cave canem.

Carpe postera:
Hodie dubius semper est.





La sombra del tiempo adelanta (no en esta imagen, que atrasa todavía en su víspera de actualización)





1 comentario:

  1. Com a mínim el temps desarrelat m'ha permés conèixer l'esplèndida Oda XI d'Horaci!!!!

    ResponderEliminar