Haikus
encadenados, pespunteándose en el vacío de la vieja tejedora de tiempo. Su
leixaprén triangula sobre la nada que vestimos de urgencias y pintamos de
omnipresente. Que ser siempre sinapsis desalienta cualquier empresa sin ánimo
de lucro (las usureras saben cómo darle la vuelta para hacerlo negocio)
Frente a la
creación mítica “ex nihilo”, los hombres apuntalados en nuestras contingencias
debemos aprender a gestar “ex omne”. Porque solo desde el todo podemos concebir
la nada, sabiendo que todo y nada nos vienen infinitamente anchos como traje o
mortaja.
Correr sin huir
también es duración. Los pies desplazan
el paisaje y la mente, mántrica y fértil, vuelve sobre la idea hasta hacerla
poema. Correrse insemina, ensancha el yo y su periferia en haiku. Correr sin
prisa: por el placer de pensar.
En este instante,
el volcán de la muerte
hace y deshace.
Mina los
puentes:
son pasado y futuros
cuerpos presentes.
Proyectar
humo,
sublimar los deseos
borra los surcos.
Nostalgiar duelo,
trasplantar las raíces,
funda lo nuevo.
El magma
ríe
entrañas que abolen
la superficie.
Y el polen,
sobre
un vacío de himen,
aborta soles.
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