lunes, 6 de enero de 2020

Pan y luz



Pan de luz. Obra de Daniel Méndez Guerrero para exhibir y degustar en Gárum




Para Daniel Méndez Guerrero, por su generosidad comestible.


         Abarcar con la envergadura humana el mundo es imposible. La metonimia y la sinécdoque son los brazos desde los que poder besar la realidad. El beso es eso: un abrazo de labios en directo y presencia. Y los labios la frontera sin usura del vaivén de la vida: por la que entra y sale lo que nos hace como somos y lo que nos afirma en el instante ante el rodal del cosmos que besamos.

         Hablar, comer, besar, respirar, expirar, conspirar, lamer, vomitar, cantar, silenciar… se fraguan en este estuario osmótico de la persona. Tienen también las palabras la luz de la idea: palabras que ingerimos por la boca que es el oído y por la boca que es el ojo. Converge la palabra en la idea que forja palabras que siembran el otro lado de la cara de besos léxicos. Besos que son caricias. Besos que son arañazos.



                                                                 
Pan y luz.
Nada más
necesito.
Luz heñida,
carne de trigo bruñida.
Claridad:
agua, aire
que den cuerpo
al espíritu
que habito.

         Pan y luz.
Entrojados
como forma
en el ojo
del viril del asombro.
Fusionados
dan presente
a la pérdida
refulgiendo
en la sombra.


         Pan y luz.
Pan medular para ser
Luz para ser y pensar.






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