Este
“present progressive” lacerado de “ing forms”, este presente continuo que
gerundiza las acciones y acelera los pensamientos, que vive en proyecto y es
aborto de futuro, arrebatador de duración, va, gota china, bota malaya o espada de
Damocles, hipotecando la vida con banda sonora de felicidad. Las intenciones se
aceleran, emprendedoras, y se abisman al escalar los planes no medidos por la
impaciencia hacia el cambio compulsivo y de voracidad insaciable.
Tres
mil años en un instante. El logos, encauzado por ingenieros, economistas y el
egoísmo, da a luz la sombra que requiere el artificio del ingenio sin raíz ni
palabra que ahora nos ilumina. Los cauces, estuarios y deltas son consecuencia
natural del fluir. El clima es sabio. La climatología lo pervierte al
estudiarlo porque lo pone al servicio del contrapelo, de la contracorriente, de
los remansos usureros de la aceleración. Hay un tiempo geológico que escapa a
todos los relojes cuánticos.
En
el paisaje, ser isla.
Ser
idea en el humo.
Mear
sobre detergente:
ser
espuma de palabras
en
el naufragio del agua
en
que vuelan,
raíz
de vida y de muerte,
las
esperanzas humanas
lastradas
y evanescentes,
embriagadas
de algoritmos.
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