A Salvador Jiménez, por su
naranja azul de sabor marinero.
Achica
desde tierra mar esta bomba de patata que Daniel Méndez esferifica amasando. En
ella viven los cocineros de los barcos y sus mujeres, las hambres saciadas y
los rigores del mar. No necesita ni gambas ni almejas para dar cuerpo a la
densidad sabrosa de su bocado, pero pueden adornar su exquisitez. Una gamba
nadando en el cremoso de carne de ñora, en el mar rojo del pimentón sembrado de
la gelatina marina bivalva.
Este
soneto asonante responde, en parte, a la digestión del ajo colorao que he comido hoy. Para los que queráis disfrutar de la
receta tradicional, aquí enlazo un vídeo de la aguileña Caridad Rodríguez Díaz.
El chef Daniel Méndez, en el alambique de su cocina, quintaesencia en un bocado
bello y suculento el sabor atávico de este guiso.
Cápsula de tiempo que es epicentro
del
descarte hecho arte: musina,
temblaera
llegan a la cocina
del
barco faenando aguas adentro.
Del puerto: ñoras, patatas y ajos,
tomate,
rojo pimentón, comino.
Guiso
convexo univitelino,
apoteosis
empanada en panko.
Venus nace sobre su ola cóncava,
florece
en su horizonte cremoso
de
azacaneos de amuras y cofas.
Majada la esencia, busca la playa
de
la frontera el caldo sofrito.
Amanece
el sol en su mar naranja.
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