Este
soneto asonante a la inglesa describe, desde su sinestesia, toda la potencia
concentrada con la que Daniel Méndez sintetiza la tradición fenicia y romana
almadrabera de esa salsamenta conocida como gárum. La mezcla de pescado azul,
hierbas aromáticas y sal, fermentada, daba la pasta y el potenciador del sabor
que tan bien ha sabido actualizar esta metamorfosis de Apicio (el gastrónomo
romano del siglo I autor de De re
coquinaria) que es Dani Méndez.
Este
gárum es un producto gourmet al alcance de todos, un lujo mediterráneo asequible
y disfrutable, sabroso caviar popular.
En
un mundo globalizado (con el kétchup degradado como símbolo), tiene mucho
mérito el trabajo de este cocinero aguileño universal. Este soneto pretende
destilar la quintaesencia de su arte.
Mar
concentrado y orlado de sol
orbitado
por islas de tomate,
satélites
esféricos que laten
sobre
lecho olivado de pasión.
Polvo de estrellas verde cebollino
busca
la convergencia de la tápena
sobre
el corazón redondo de plaza
donde
el azul pescado hace nido.
Receta heredada cuajada en ámbar,
en
olas de huerto liofilizado;
en
paté el licuamen transformado,
coronando,
verde y negro, su salsa.
En
dulce naufragio de faro canta
esta
sirena del sabor de Águilas
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