Fuego

 

Beso ardiente de fuegos

 "Quand vous serez bien vieille, au soir, à la chandelle,
assise auprès du feu, dévidant et filant,
direz, chantant mes vers, en vous émerveillant:
Ronsard me célébrait du temps que j’étais belle.

Lors, vous n’aurez servante oyant telle nouvelle,
déjà sous le labeur à demi sommeillant,
qui au bruit de mon nom ne s’aille réveillant,
bénissant votre nom de louange immortelle.

Je serai sous la terre et fantôme sans os:
Par les ombres myrteux je prendrai mon repos:
Vous serez au foyer une vieille accroupie,

regrettant mon amour et votre fier dédain.
Vivez, si m’en croyez, n’attendez à demain:
Cueillez dès aujourd’hui les roses de la vie.”

Pierre de Ronsard.

Sonnets pour Hélène. Soneto XXIV (1578)

Los amantes son pirómanos. En el mismo arder crecen en el fuego que ilumina y alimenta su vida. Parece un nudo de carne pero son hoguera. La arquitectura de su creación siempre es intransferible, tan efímera en su duración como sólida en su resistir mutando. Incendio, hogar o rescoldo, la pasión habla su lengua de fuego, wagneriano o sutil como un haiku. 

En polvo enamorado vive la hoguera que consumió la mecha en que prendió la vida. La ceniza fue fuego y arde en su memoria viva.

                                                                 

El amor era un incendio,

insaciable sed de fuego

que prendía en la maleza

de la selva de sus cuerpos

y alimentaba con llamas

los huecos insatisfechos,

los aljibes de pasión

a reventar de deseo.

Amar sintiéndose amados.

         El amor es un hogar,

una lumbre de costumbres

entretejidas con gestos,

precisos  silencios dulces,

palabras, risas y llantos.

Besan los troncos, seducen,

conjuran en su sopor

intemperies y herrumbres.

Amar viviendo el amor.

         El amor será rescoldo

atrincherado en pavesa

con la memoria de troncos,

selvas, urgencias y penas,

un magma de alrededores,

parábola jardinera

del universo que arde

dentro de una madriguera.

         Amar siendo ya el Amor.