La vida no cotiza en bolsa. Todos somos monaguillos |
Desde octubre de 2018 no he
vuelto a publicar Destellos. Quizá sea falta de luz o encandilamiento de la
realidad que los hace chispear. Sigo, sin embargo, iluminándome con ellos al
caminar, mirar y ver.
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En tiempos de revisión, entre el
patriarcado impuesto y el matriarcado huérfano de derechos, sigue imperando el
machiarcano, ese mono primigenio satisfecho del fruto del árbol de la vida que
trisca siempre torpe pero feliz entre el follaje del árbol de la ciencia.
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-Quien mucho abarca, poco aprieta.
-Ya no, que el universo es global y algorítmico.
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El teléfono móvil es espejo en el que mirarse y ver la
profundidad insondable del espejismo enajenador.
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La
personalización es el gran negocio del liberalismo económico y un fracaso para
las personas.
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Cuando la vida es herida, el dolor no se ve.
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Por el método sutil e indoloro de la educación reclutamos
usuarios que serán clientes de la selva de bancos y negocios más civilizada. El
dólar impide ya ver el bosque de símbolos de Baudelaire o la aurora de Lorca.
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“Creative thinking”:
coartada humana de la usura.
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Mercenarios de la ilusión.
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Adolece de alegría, feliz, el mundo. Crece el progreso en su secuencia
preñada de promesas amenazantes en una adolescencia abonada que se hace centro
del dolor que se niega.
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En
la distancia de un segundo cabe toda la ausencia del mundo.
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Cuando la
educación alimenta la economía de mercado y construye nichos de oportunidad, la
deflación de la cultura es inversamente proporcional a la inflación. Cara
felicidad inflada, inflamada, devaluada.
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Se te echaba de menos por aquí!
ResponderEliminarUtiles, imaginativas, sentenciosos pensamientos. Lo visitare. Gracias, pascual
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