En fondo del agua nos esperamos, sombra de nosotros, soñándonos como si siempre hubiésemos habitado allí. |
Nos hacen confundir experiencia
con vivencia. La primera viene desde atrás. La segunda es siempre presente y
pasa a ser experiencia cuando revive parcialmente en sus presencias futuras.
Arrebatar la vivencia suicida la experiencia con su miopía de prisas.
Dice Octavio Paz en su ensayo
El arco y la lira (1956) recordando a
Aristóteles algo así (cito de memoria) como que la poesía es una actividad revolucionaria
en su esencia, que puede cambiar el mundo porque, en su ejercicio de liberación
interior, es acto espiritual, un método de crecimiento personal. Pero ahora el
medio es el mensaje (McLuhan dixit) y el agente pasivo iluminado por pantallas
cliente y producto convencido de ser cacique soberano libre dominador de los
territorios que cree elegir sobre el mapa infinito de su “Smartphone”. Sin duración interior solo se puede exhibir vacío. Una
nada muy bien maquillada de todo, atractiva y animal, aliñada con motivación
positiva. Imposible ya ser simultáneamente nativo y turista porque la
globalización enajena la raíz y nos hace extranjeros en todo el mundo aunque
venda lo contrario.
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La pantalla del móvil es un océano lleno de pecios y de
ectoplasmas.
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