viernes, 19 de febrero de 2021

El diletante fértil. Decimosegundo y decimotercer paseo

 

Podría haber sido el gato de Cheshire de Alicia pero, fruto de un árbol, vivía su dualidad doméstica y animal como una pantera de andar por casa, fugada.

 

 

            A Montse Figuera, por ser en la intimidad del amor trasversal

 

A Bàrbara, por saber tirar del cabo de la maraña para que yo pueda empezar a ovillar

 

 

 

Amo escribir,

las hogueras azules

del lenguaje

                     confortan.

 

Juan F. Rivero. Las hogueras azules

 

 

 

                                  

                  La vida no es una metáfora pero desde el tropo se puede asumir la vida para poder vivirla. Primero hay que vivir. Vivir para poder explicarte la vida. La palabra es frontera y bisagra en el proceso: unas veces está en el prólogo del sendero, otras a mitad del camino; otras es epílogo para volver a empezar.

         Siempre hay muchos paseos en cada caminar: convergen sobre estos  pasos aquellos que en la vida nos han traído y llevado hacia la huella reciente del presente pasado y dirigen las nuevas que han de hollar el futuro. Ayer el paseo fue, detenido, en el laberinto de la mente. El guía, un Virgilio aprendiz de Beatriz, titulado en desmadejes, puso foco sobre lo que apenas se iluminaba con luz de vela. Infierno, Purgatorio y Paraíso habitan, contiguos y con filtraciones, la tragedia con final feliz del universo inmenso que late bajo la bóveda craneal. Todo eso se ha paseado en el otro paseo. También la película de Andrei Tarkovsky El espejo. La forma del fondo la dan los descubrimientos durante el  proceso. Confiar en el arte y la naturaleza para vehicular la razón de ser. Primero, sentir desde los moldes amorfos y cambiantes heredados. El tiempo y el espacio dan la pauta para la narración: es la percepción lírica la que la llena de vida en ese vaivén del adentro al afuera, del exterior al interior. Improvisar el camino para llegar y abandonarse al destino de los pasos.

         Para conjurar la claustrofobia del solipsismo ensimismado, hiperventilo para llenarme de otredad en el bosque. Puedo ser otro sin dejar de ser yo. Ser sin herida, ser abriendo el ramaje de mis ideas a las sinapsis de hojas y aire que el mundo me ofrece. Dejarme en el recibir para poder dar. Caminata caminada con todos los poros, también los de las ideas, abiertos.

 

 

Envuelto ando.

Ahuecando mi centro

me abrazo a un árbol

 

 

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