martes, 9 de febrero de 2021

El diletante fértil. Sexto paseo

 


 

Urbanizar un bosque como el de Vulpelleres (con el topónimo corregido de Volpelleres -¿zorros cobardes?-) lleva a estos contrastes: pinos con las tripas al viento o pinos aislados en el firme por la lógica del camino civilizado.

 

A mis maestros del colegio Pins del Vallès, por tanta disciplina en libertad responsable

 

         Gestor de contraseñas. Jerarquía horizontal de chantaje vertical. Blindaje del sistema: cara humana para un engranaje aséptico e implacable. Política económica para administrar la educación. Pedagogía de la autonomiadependencia en una maraña de subcontratas. Kafka, funcionario del buenismo, instala y desinstala aplicaciones en su dispositivo regulador del caos. La lógica del absurdo ha perdido su “glamour” literario y es camaleónica necesidad impuesta. Porque a la esencialidad le han encontrado nuevos mercados: venden contingencias necesarias y necesidades contingentes.

         Hoy, otro bosque acorralado. Un bosque ajardinado, para pasear sin mancharte los pies de barro. Un espacio entre un colegio y un instituto. En su sombra quedan ecos de infancia pasada campando entre las zarzas, fumándonos las lianas.

         Un pino, vencido por el viento, se deja caer sobre otros pinos, con las raíces al aire. Su ramaje descansa sobre la fuerza vertical del rebaño verde. Una “pietà” arbórea. Una conexión sináptica de raíces y acículas: de la tierra al cielo, del pasado al futuro. Ese pino herido es tan presente como los tiernos ápices de los retoños. Fue centro de tensión de todos los vientos: tramontana y ostro, poniente y levante, mistral y siroco, gregal y lebeche lo apuntalaron, halando, como el mástil de una carpa de circo. Vencido, resiste para hacer mejor el bosque. Enseñar a ser pino, sin más, requiere de mucha maestría en la sabiduría de lo incierto.

 

Sobre los brotes

apoya su cabeza

el viejo roble

 

 

 

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