Para todos mis maestros
“No
hay progreso que no se cumpla devorando nostalgias”
(José María
Pemán en la voz de El Séneca, un personaje de su serie de televisión homónima de la segunda mitad
de los sesenta)
Pensear. Pensar caminando. Porque
hay momentos en que el alrededor se hace tan presente por dentro que lo ocupa,
pletórico, todo. Bombea binario el corazón. Paseas: 0,1-0,1-0,1-0,1 (hasta
dieciocho mil). Desde el cero siempre, porque cada paso te lleva hasta el
detenerte instantáneo para seguir avanzando. No un-dos, que el movimiento no
está si no se crea.
Buscaba minas de agua. Ese misterio
infantil que contemplaba cómo la transparencia fresca manaba de la piedra. Sed
de esa sed de mirar. Pero todas están secas. Unas por el proceso mismo de la
vida; otras por el accidente de la urbanización sobre sus venas.
Flâneur a lo Baudelaire pero lejos
de los pasajes de centros comerciales longitudinales. Buscando el abismo sublime
en la mecánica del paso entre túneles de plantas y ramas, de tocones y árboles caídos,
de raíces al aire, de madera y hojas en putrefacción. Diletante, me dejo llevar
por las sendas abiertas y holladas sin más destino que el rumbo.
Con los cascotes de la ruina fundamentaremos
bases nuevas. Lo nuevo crecerá con la savia de lo viejo. El aire trae un
decasílabo catalán de J.V. Foix, Sol, i de dol.
Humus matriz.
Lastre para que el vuelo
sepa seguir
No hay comentarios:
Publicar un comentario