miércoles, 10 de febrero de 2021

El diletante fértil. Séptimo paseo

 

                         Laguna dels Alous, un recóndito milagro de agua rodeado de hormigón

 

 

 

A Malud Alcázar Casas, por recordarme algo que había olvidado que quería saber

           

                                   Primum vivere, deinde philosophari”

                                                                       Adagio latino hobbesianizado

 

                                   Gánalo rápido y disfrútalo lento

                              Lema de un anuncio de juegos de azar con coartada solidaria

 

         Ir. No para llegar. Ir para volver en cada paso. Ir para caminar. Como aprender para saber, andar para darme pasos. Con las manos en los bolsillos para que todo sea biela de piernas y de neuronas, me detengo cuando es preciso. Dedico atención (no se la presto, la pongo plena y durativa en ese momento) a escuchar con los ojos el canto de un pájaro (“…Y yo me iré. Y se quedará los pájaros cantando”). Eso: aprender para saber y caminar para recorrerme.

        Epifanía del agua. Bautismo de la luz. Rumbos del aire. Fuego telúrico que dibuja las huellas. Transido de sobra, el espíritu enhebrador de esencias aboga por la empatía hasta la disolución. Diluido, me encuentro. Estaba perdido de puro querer encontrarme en otro lado y de otra forma. Ser mundo para no hacer bola, para no sorber y soplar, para no tragar y escupir a la vez. La propiedad reflexiva nos limita para que nos podamos expandir burlando el lecho de Procusto del sistema plataformizado, cifrado en matrices sin útero.

         Contra el pesimismo de la voluntad y su abulia, el optimismo del pensamiento con su mezcla alegre de razón y emoción. La palabra, como el agua, nos salva de nosotros mismos. Dos misiones nos vinculan al presente continuo: la de ser y la de estar. Debemos aprender a conjugarlas para poder seguir. El estar pide profesión. El ser, pasión. Vasos comunicantes, osmóticos y, en ocasiones, sinérgicos. Los reclamos de felicidad y los simulacros están. La vida es. En la duración de pensar habita el vivir.

 

 

Nos llueven cifras.

Mientras, un  mantra de agua

nos humaniza

 

 

 

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